Hace unos días tuve el
placer de ser invitado a realizar el seguimiento fotográfico de un congreso de
salsa. Ni por un momento se me pudo pasar por la cabeza lo que allí estaba a
punto de vivir.
Para mi la salsa era un
baile intrascendente, muy definido hasta aquel día. Poco a poco descubrí un
grupo de maravillosas personas para las que el baile es como para mi la fotografía,
pura pasión.
Poco a poco me embriagaron
con su música, con su movimiento, con sus gestos… y antes de poderlo comprender
recorría la sala ensimismado con la cámara en mi mano al son del ritmo de la música.
Este post quiere ser un
homenaje para ellos, para esa organización que se desvivía por que todo saliera
bien, Virginia en cabeza, para ese grupo de colaboradores que iban y venían al
ritmo de los problemas y como no para esos maravillosos bailarines que han ocupado desde entonces una
parte en mi corazón.
No os rindáis nunca, lo que
se realiza con el corazón es la esencia de la vida.
Y sobre todo agradeceros
que me aguantareis, siempre en medio de todo, otra vez mil gracias.
VIVA la SALSA.