Por tercer año hemos pasado unos días en
esta maravillosa ciudad que me tiene enamorado.
Recuerdo la primera vez que la pise,
aquella luz me dejó entusiasmado, cierto es que los apasionados de la fotografía
tenemos una relación especial con la luz, pero la sensación que tuve entonces
tardaré mucho tiempo en olvidar.
Después de la primera impresión comencé a
formar parte de aquella sociedad interrelacionándome con ellos, aun sin quererlo
analizaba su comportamiento y reacciones.
Para una persona mediterránea como yo la
primera impresión fue de frialdad y organización, después me di cuenta que había
confundido frialdad con respeto, pero lo cierto es que no me extraña que mis
dos suecos no cambien su ciudad y país de adopción por ningún otro.
Es más creo que a mi no me costaría adaptarme
en absoluto.
Os dejo con estas imágenes de este año,
presiento que os encantarán.