En la Guerra Civil española combatieron
miles de italianos y muchos de ellos perdieron la vida. Sus cuerpos estaban
enterrados por los cementerios de todo el país, lejos de su hogar. Por ello, el gobierno de Mussolini decidió erigir un
gran panteón que albergará a las caídos en la batalla.
Finalmente, tras la caída del fascismo en
Italia, este monumento sirvió como lugar de descanso eterno para todos los
italianos que cayeron, independientemente del bando al que defendieron.
El arquitecto Víctor Eusa Rasquen ideó
esta gigantesca construcción levantada entre 1.937 y 1.940. Originalmente se quería alcanzar una altura de 85 metros, pero por falta de financiación, se quedó en la
mitad ostentando 42 metros.
¿Por qué en Zaragoza?
Por todos es conocida la obsesión de
Mussolini por intentar legitimar su régimen totalitario como la continuación de
la grandeza del Imperio romano. Incluso llegó a presentarse como el heredero de
Augusto. Así que a la hora de elegir el lugar en el que levantar un sagrario
militar en España lo tuvo claro. Miró el mapa de la península y… ¡sorpresa!
Zaragoza ostenta el nombre de su admirado emperador romano.
Un mar de lápidas
Las paredes de la Torre de los Italianos
están repletas de lápidas de personas que lo dejaron todo para luchar lejos de
sus casas. Cartas de familiares, antiguas fotografías y flores visten las
tumbas, poniendo rostro y desvelando los recuerdos de aquellos nombres
olvidados por el tiempo y por la historia.
En la base de la torre hay una cripta en
la que se celebran los homenajes a los soldados enterrados, especialmente el 2
de noviembre de cada año. En el arco de la entrada de ésta se puede leer una
inscripción dedicada a su memoria: «Italia a todos sus combatientes en España».
Desde el 31 de marzo de 1.965, la Iglesia
de San Antonio de Padua posee el título de iglesia parroquial y está gestionada
por los frailes franciscanos capuchinos.