Aquella noche estabas con fiebre. No recuerdo si tenias 2 o 3 años.
Te llevé a la cama y una vez acostada me pediste que te leyera un cuento, pero en vez de leer uno de los tuyos preferí inventarlo.
-Escoge el protagonista- te dije
-Mi osito- respondiste
Era un osito rosa que casi siempre te acompañaba, miré alrededor y vi la ventana de tu habitación. Se va a llamar “El osito y la ventana” te dije.
Ese fue el primero de las docenas que noche tras noche inventé para ti.
Estas semanas me he acordado de ti muchas veces porque hemos estado trabajando en la biblioteca, ya sabes que ella es una de mis pasiones, con cuentos y teléfonos. Y tú siempre has estado a mi lado en esos momentos.
Hoy eres una maravillosa persona de 30 años que tiene la suerte de desarrollar su trabajo entre sus dos pasiones: el arte y la defensa de los animales. Y claro ahora ya no necesitas que tu padre te invente un cuento, a ti mi maravillosa florecilla sueca.
“El osito y la ventana”
Había una vez un osito rosa que vivía con una niña que se llamaba Coral. Ese osito era muy especial para la niña y porque por la noche cuando la luz se apagaba despertaba y aunque no podía moverse, sentía, oía y veía.
Coral tenía la cama cerca de la ventana por lo que el osito pasaba muchas de sus noches mirando por ella y pensando lo que haría si podía salir de aquella habitación.
Por la mañana al hacerse de día era solo un peluche que quedaba encima de la cama hasta que Coral lo cogía para jugar con el.
Así pasaron muchos días y muchas noches hasta que una noche de martes apareció por la ventana un duende y vio al osito, enseguida comprendió lo que pensaba y le dijo:
¿Todos tus días y todas tus noches son iguales verdad?
Sí- le respondió el osito
Pues yo lo remediare- le dijo el duende
Siiiii- respondió.
Dicho y hecho, el duende le concedió la vida y le dijo -ven, acompáñame-
El osito fue con él, pero al llegar a la ventana se volvió y vio a Coral en su cama dormida.
-espera- le dijo al duende y se quedó pensando
Si me voy no volveré a ver a mi niña- le dijo
Si, pero así es mejor- respondió el duende.
Estuvo pensando unos minutos.
No, quiero quedarme con ella- dijo el osito
Pues todo volverá a ser como antes- dijo el duende levantando los brazo.
Durante unos segundos el silencio se apoderó de la habitación hasta que el osito le dijo al duende -vete- quiero quedarme aquí.
A partir de esa noche cuando el osito despertaba en vez de mirar por la ventana velaba los sueños de Coral…