Cristianos, musulmanes y judíos. Las tres religiones han convivido durante siglos y dejado huella en Toledo, una de las más interesantes y sorprendentes ciudades de España en la que es posible ver, en cuestión de pocos metros, una catedral gótica, una mezquita del siglo X y dos sinagogas.
Un lugar que llegó a ser Ciudad Imperial y cuya belleza supo reflejar El Greco en sus pinturas. Una ciudad de la que el viajero no se puede ir sin asomarse a sus miradores, subir a su Alcázar, perderse por sus callejuelas o ver un atardecer desde los Puentes de Alcántara o San Martín. Uno de los mayores patrimonios monumentales de Europa
Tras cruzar puertas como las de Bisagra, la de Cambrón o la del Sol que hoy permanecen abiertas para el viajero, comienza el laberinto de calles del casco antiguo de Toledo, declarado Patrimonio Mundial.
La siguiente parada está en las empedradas calles del antiguo Barrio Judío, una zona llena de encanto donde además esperan dos de sus protagonistas: la sinagoga de Santa María la Blanca y la sinagoga del Tránsito, que acoge el Museo Sefardí. También por esta zona está el museo dedicado a uno de los vecinos más ilustres y queridos de Toledo, el pintor de características figuras alargadas conocido como El Greco. Su obra más famosa ”El entierro del Conde Orgaz”está sin embargo dentro de la también cercana iglesia de Santo Tomé.
Del legado cristiano, destaca la Catedral del siglo XIII y sus vidrieras de colores, uno de los puntos fuertes de la ciudad. Tampoco se quedan atrás el Monasterio de San Juan de los Reyes -que se edificó para honrar a los Reyes Católicos- ni el Alcázar, que imponente domina toda la ciudad.