¿Quién alguna vez no se ha parado a mirar el mar?, ¿Quién no
ha dejado volar la imaginación, al menos por unos segundos, contemplándolo?
El maravilloso rumor de las olas rompiendo tiene la
habilidad de transportarnos a otro mundo, al mundo del pensamiento, de las
ideas y de los porqués.
Al contemplarlo nuestra vista huye mucho más allá del
infinito, intentamos buscar allí, al final del horizonte todo lo que no
encontramos habitualmente, creemos adivinar ese fin que nunca aparece y
que se confunde, una y otra vez, con el comienzo del horizonte.
Amo el mar, y lo amo tanto porque no nací a su lado,
recuerdo hace ya muchos años, la emoción que sentía al adivinarlo en el
horizonte algunos veranos, aquella espectacular masa azul
que me cautivaba una y otra vez.
Ahora que vivo más cerca de él y que lo veo mucho más a
menudo, no me gustaría olvidar aquella maravillosa sensación, te amo mar y te amo tan profundamente como son profundas
tus aguas…
Preciosa composición.
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