Aprovechando un desplazamiento a Pamplona, dispuse de unos
minutos para visitar uno de los monumentos más interesantes de la ciudad, La
Ciudadela. Y fue un privilegio que aquel día de diciembre me acompañara una
magnifica luz que según me explicaron algunos lugareños, no era muy habitual en estas fechas.
También pude visitar el auditorio de la ciudad llamado
Baluarte y de su original arquitectura. Pienso que no se puede pedir más.
Os dejo con un pequeño resumen de la historia de esta magnífica
construcción defensiva, espero que disfrutéis tanto como yo de aquella corta
pero intensa visita.
La Ciudadela.
Junto con la circundante Vuelta del Castillo constituye el gran pulmón verde de Pamplona. Un espacio de 280.000 metros cuadrados cuyos pabellones, fosos, baluartes, revellines, fortificaciones, edificios menores y glacis son hoy lugares públicos de ocio, deporte y cultura. La Ciudadela, referencia urbanística de Pamplona está considerada además como el mejor ejemplo de arquitectura militar del Renacimiento español y uno de los más destacados conjuntos defensivos de Europa.
La Ciudadela nació para proteger Pamplona del enemigo, a instancias del rey Felipe II, quien la mandó construir en 1571 con el fin de hacer frente a las constantes incursiones del ejército francés. Su estructura original tenía forma de pentágono regular con cinco baluartes en los ángulos, pero la construcción del Primer Ensanche de la ciudad obligó al derribo de dos de ellos. Los restos del de San Antón salieron a la luz con la construcción del Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, Baluarte y fueron integrados en el diseño del edificio.
El ingeniero militar italiano Giacomo Palearo, "el Fratín", fue el artífice de este sofisticado sistema defensivo, de moda en la época y similar al existente ya por aquel entonces en la ciudad belga de Amberes. En el siglo XVIII el recinto se rodeó con un sistema de contraguardias, caminos cubiertos, medias lunas y escarpas. Llegó a convertirse en cárcel, recibiendo entre sus rejas a personajes ilustres de la talla del ministro Urquijo o el conde de Floridablanca.
La Ciudadela fue tomada una vez. En 1808, aprovechando una gran nevada, el ejército francés acertó a ocupar la fortificación ante la confusión del lanzamiento de bolas de nieve entre ambos bandos.
Ya en el siglo XX, en 1964, la Ciudadela de Pamplona fue entregada al consistorio pamplonés que se encargó de su remodelación otorgándole un uso público. Es escenario de actos multitudinarios como el lanzamiento de fuegos artificiales todas las noches de San Fermin. Además, combina su uso recreativo con el de recinto cultural, ya que la conservación y remodelación de antiguos edificios militares ha permitido su uso actual como sede de exposiciones y muestras culturales, sobre todo de arte contemporáneo. Hablamos del Polvorín y el Pabellón de Mixtos, los más antiguos, y la Sala de Armas, de finales del XVIII, junto con el Horno.
Pabellones, fosos, baluartes, revellines y glacis salpican el recinto amurallado dentro de un agradable parque público, sólo abierto a peatones, donde no faltan senderos, una plazoleta central con fuente, una treintena de diferentes especies arbóreas, diversas obras de famosos escultores (Jorge Oteiza, Néstor Basterretxea, Vicente Larrea, Alberto Eslava...) y una zona de ocio infantil.
Para adentrarse en la Ciudadela, hay cinco puertas. Las más transitadas son la Puerta del Socorro y la entrada principal en la Avenida del Ejército. A la primera se accede por la Vuelta del Castillo, atravesando un puente sobre los fosos que en su día fue levadizo. La segunda destaca por su sobriedad renacentista. En esta última y tras atravesar la muralla, se llega al Cuerpo de Guardia, un edificio que hoy se usa como oficinas municipales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario