Hacía unos meses que no subía a verte. Nuestra relación cambio hace unos años, de visitarte casi todos los días fui abandonándote poco a poco hasta que hace un lustro ya solo te hacía un par de visitas al año.
Aun recuerdo la primera vez que subí a tu lado, había un viento terrible que balanceaba nuestro coche. Al llegar a tu lado casi no podía estar en pie de la intensidad que tenía, pero sé que aquel día me hechizaste.
Pero de eso ya hacen unos años, después de aquel día nuestra relación se fue consolidando, sonrío al recordar ese orgullo que sentía al ver tu luz que me guiaba cada vez que salía de Tortosa, eras mi faro particular.
Te fui cuidando y dando forma hasta que un tiempo después eras una parte muy importante de mí vida y de mi. Pero la vida es así, va modulando a las personas al baile de sus intereses y movimientos.
Ay de aquel insulso que cree que la domina a su antojo… Que equivocado esta.
Hoy he vuelto a hacerte compañía. Estabas radiante con esa niebla que recorría veloz tu cima, durante unos minutos he recordado mil y una sensaciones, cientos de aventuras que tenemos en común, y de verdad, me he sentido otra vez como en casa.
Prometo que a partir de hoy me verás mucho más a menudo…
Una noche cualquiera me acuerdo de ti. Te saco de la bolsa y te miro. ¿Recuerdas cuantos días hacía que no estabas en mis manos?, Ponme un objetivo y vamos a chalar, me dices en silencio sin pensarlo dos veces.
Ummm, vamos con el tele. Extraigo de su estuche el 70/200 F 2.8 y te lo coloco. Instantáneamente cobráis vida los dos y me doy cuenta de lo que nos estábamos necesitando los tres.
Dicho y echo, a estas horas ya no queda casi nadie en la calle, pero nosotros vamos acaparando imágenes, una a una, tres a tres. El tiempo ha pasado rápido, unas horas después os vuelvo a recoger en vuestros estuches, mañana estaremos otra vez juntos.
Ya se me ocurrirá algo.
Hasta mañana
Imagina una población cualquiera. Hoy están celebrando una fiesta, una de esas en las que todos nos acercamos a ver los preparativos primero y a recorrer una a una todas las mesas después.
Imagina que no ha llegado aun ese maldito virus, en alguna puerta esta sentada la señora María casi centenaria, aunque ella casi no ve nos acercamos sonriendo a decirle lo bien que la encontramos y lo feliz que nos hace verla así.
Vuelves la cabeza y allí están mirando y acariciando vestidos delante de ti. Te encuentras con Horacio, tu vecino. Te veo bien le dices mientras le apoyas una mano en el hombro.
El sol empieza a hacernos cosquillas y nos sentamos en esa terraza a mitigar el calor con un refresco helado. La música de la banda que se escucha al fondo nos hace comentar algunos años pasados, incluso algunos aventuramos a pensar que los próximos años se prevén mejores.
Pero ninguno podemos sentir como se acerca poco a poco esa danza imposible, ese rumor silencioso que en poco tiempo cambiara todas nuestras vidas….
