Como ocurre con la mayoría de los pueblos del Matarraña, sus calles conservan ese aire medieval y renacentista que te traslada inmediatamente al pasado.
Ubicado en el barranco de Calapatá, la antigua villa forjada en su mayor parte en el arte gótico tiene una población alrededor de los 600 habitantes. Algunas de las edificaciones más importantes son la Iglesia de la Asunción, la capilla de San Antonio de Pauda, Casa Turull o el Portal de San Roque.
En su término municipal se han hallado varios restos arqueológicos que recorren la historia de la población desde la época epipaleolítica hasta la romana.
También se localizan muestras de ocupación ibérica, en los que se recogen muestras de cerámica pintada y fragmentos de estelas. La ocupación romana está presente en yacimientos como el de Campo Romano.
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