Pocas veces en la vida se tiene la oportunidad de meterse de lleno en una ciudad con una cultura muy diferente a la tuya.
Eso es lo que he podido disfrutar estos últimos días.
De la mano de la mejor guía posible: mi hija, me he intentado adentrar en la cultura y en la vida de esta maravillosa ciudad Goteborg.
Siempre he tenido una relación muy especial con las ciudades. He llegado a enamorarme de Roma, de Paris o muy especialmente de Florencia. He llegado a añorar su belleza, su hermosura. Pero Goteborg me ha impresionado.
Y me ha impresionado su gente, su filosofía, su organización pero sobre todo su luz.
Una luz que no me abandonó un solo instante y me ayudó a plasmar tanta belleza, tanta hermosura.
Hoy quiero empezar a mostrarla y quiero empezar por sus bosques, unos bosques que están dentro de la ciudad, que son un ciudadano más y que apoyados por su belleza contribuye a hacer esa ciudad una de las más maravillosas que jamás he visitado.
Que fotazas! La segunda incluso me gustaría tenerla enmarcada en casa.
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