viernes, 3 de agosto de 2018

El eclipse de luna versus la sandía del Delta...






Queríamos obtener buenos resultados ya que no habíamos dejado nada al azar.



Con tintes de novela épica bajamos del coche. A nuestro lado una típica casa de campo del Delta. La situación era la indicada, habíamos realizado numerosos cálculos y comprobaciones y hasta una visita anterior de validación.

Ese era el sitio.

Montamos los trípodes y preparamos la artillería, De los tres protagonistas yo era el “menos dotado”. La verdad es que me situé en una cómoda posición intermedia en la que no se apreciaba tanto la diferencia entre mi 200mm y los dos 600mm que me rodeaban.

Nuestra posición era la perfecta para fotografiar la luna saliendo por el mar detrás de las salinas del Delta. Dicho y hecho, pruebas y ajustes. Ya estábamos preparados.

De la casa de campo salieron entonces Paco y Carmen, vieron nuestras maquinas y adivinaron nuestras intenciones. Ellos, estas dos encantadoras personas mayores iban, sin quererlo, a protagonizar la historia de esta noche.

Poco a poco y de conversación con ellos fue llegando la hora, por cierto a la vez que la hora también llego una espectacular calima que nos hizo temernos lo peor.

Debido a la conversación con nuestros “anfitriones” pronto comprobamos que la luna había salido y lo peor, nos había dado esquinazo. Yo pensé en lo hilarante que puede resultar morir del éxito en unas circunstancias parecidas lo cual me ayudo a pasar del cabreo a la risa y viceversa.

Bueno, aquí ya llega lo importante de la historia, Paco y Carmen nos metieron en su porche y sacaron una espectacular sandía. Esta criada aquí detrás, en el huerto, nos dijeron. Ya prácticamente de noche y con una luna ausente, estábamos todos dando cuenta de esta alimento.

No creo equivocarme al deciros que pensamos algunos de los allí presentes, que aquella era la más sabrosa sandía que habíamos comido nunca.

Total, que a la hora en que se hizo visible la luna ya andaba por esos cielos casi desaparecida acompañada de marte….

Y como no hay dos sin tres al marcharnos esta pareja de payeses que nos habían regalado esta noche con su saber y compañía tenían una sorpresa reservada para nosotros: otra sandia…

No puedo mas que enseñárosla y agradecer a todas estas maravillosas personas su existencia.

Por cierto que terminamos la noche en las fiestas de San Carlos de la Rapita. Ole y ole.

Y como no hay mal que por bien no venga, este periodo de 17 años hasta el próximo eclipse lo utilizare para ahorrar y comprarme un teleobjetivo mas largo que el suyo.

Espero que ellos no hagan lo mismo…


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