Queríamos obtener buenos resultados ya
que no habíamos dejado nada al azar.
Con tintes de novela épica bajamos del
coche. A nuestro lado una típica casa de campo del Delta. La situación era la
indicada, habíamos realizado numerosos cálculos y comprobaciones y hasta una
visita anterior de validación.
Ese era el sitio.
Montamos los trípodes y preparamos la
artillería, De los tres protagonistas yo era el “menos dotado”. La verdad es
que me situé en una cómoda posición intermedia en la que no se apreciaba tanto
la diferencia entre mi 200mm y los dos 600mm que me rodeaban.
Nuestra posición era la perfecta para
fotografiar la luna saliendo por el mar detrás de las salinas del Delta. Dicho
y hecho, pruebas y ajustes. Ya estábamos preparados.
De la casa de campo salieron entonces
Paco y Carmen, vieron nuestras maquinas y adivinaron nuestras intenciones.
Ellos, estas dos encantadoras personas mayores iban, sin quererlo, a
protagonizar la historia de esta noche.
Poco a poco y de conversación con ellos
fue llegando la hora, por cierto a la vez que la hora también llego una
espectacular calima que nos hizo temernos lo peor.
Debido a la conversación con nuestros
“anfitriones” pronto comprobamos que la luna había salido y lo peor, nos había
dado esquinazo. Yo pensé en lo hilarante que puede resultar morir del éxito en
unas circunstancias parecidas lo cual me ayudo a pasar del cabreo a la risa y
viceversa.
Bueno, aquí ya llega lo importante de la
historia, Paco y Carmen nos metieron en su porche y sacaron una espectacular
sandía. Esta criada aquí detrás, en el huerto, nos dijeron. Ya prácticamente de
noche y con una luna ausente, estábamos todos dando cuenta de esta alimento.
No creo equivocarme al deciros que
pensamos algunos de los allí presentes, que aquella era la más sabrosa sandía
que habíamos comido nunca.
Total, que a la hora en que se hizo
visible la luna ya andaba por esos cielos casi desaparecida acompañada de
marte….
Y como no hay dos sin tres al marcharnos
esta pareja de payeses que nos habían regalado esta noche con su saber y
compañía tenían una sorpresa reservada para nosotros: otra sandia…
No puedo mas que enseñárosla y agradecer
a todas estas maravillosas personas su existencia.
Por cierto que terminamos la noche en las
fiestas de San Carlos de la Rapita. Ole y ole.
Y como no hay mal que por bien no venga,
este periodo de 17 años hasta el próximo eclipse lo utilizare para ahorrar y
comprarme un teleobjetivo mas largo que el suyo.
Espero que ellos no hagan lo mismo…
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