domingo, 27 de septiembre de 2020

La leyenda de Alquézar


En el Somontano oscense, a 48 kms. de la ciudad de Huesca, se halla la villa de Alquézar. Encaramada a 660 mts de altitud sobre una de las sierras paralelas al Pirineo, el pueblo se integra perfectamente en un impresionante paisaje de calizas modelado por el rio Vero, que ha creado a lo largo del tiempo un cañón increíble para la práctica del barranquismo.

Alquézar proviene del árabe Al-Qsar, además Alquézar viene de la palabra Alcázar que significa Fortaleza.

Su majestuosa Colegiata fue declarada Monumento Nacional en 1.931 y la arquitectura y trazado medieval de su casco urbano es Conjunto Histórico Artistico desde 1.982.

El origen del conjunto se encuentra en una fortificación árabe construida en el siglo IX y encargada por Jalaf ibn Rasid, con motivo de las luchas contra los carolingios que ocuparon el condado de Sobrarbe. 

De este periodo no se conservan aparentes restos arquitectónicos. En 1064, tras la toma de Barbastro por el rey Sancho Ramírez, la fortaleza pasa a manos cristianas y se establece una guarnición militar y una comunidad religiosa. Se construyen varias edificaciones, militares y defensivas unas, y religiosas otras. 

El conjunto está rodeado por una muralla de doble lienzo almenado y protegido por varios torreones, uno de ellos será utilizado posteriormente para la colegiata como campanario. A la plaza superior se accede a través de una puerta dovelada y mediante una rampa escalonada en zig-zag.

La fundación canónica de Alquézar fue ordenada por el rey Sancho Ramírez y confiada al abad Sancho y adscrito al monasterio de San Cucufate en Lecina, entre los años 1071 y 1074. En 1074 el rey Sancho Ramírez hizo un intento de crear una canónica, aunque en 1080 pasó a pertenecer a Roda de Isábena. Posteriormente, hacia 1083, el abad Galindo inició las obras de ampliación mandando construir las dependencias canonicales y la iglesia de Santa María. Su consagración tuvo lugar en 1099. 

A este primer periodo románico pertenecen también algunas partes de la muralla, la parte inferior de la torre campanario, la torre albarrana y el paño norte y este de la torre vigía y los restos de la capilla de Santa María Magdalena.


Colegiata de Santa María la Mayor de Alquézar


Aunque los comienzos de la Colegiata, fueron románicos, el actual templo, es una construcción del siglo XVI, teniendo un desarrollo de una nave única. Dentro de esta iglesia, se encuentra la talla del Cristo de Lecina, una figura que representa a Jesucristo crucificado, con los brazos articulados, destacando también el gran órgano de la Colegiata.

Otro elemento procedente de la obra del siglo XVI, es la puerta de entrada al templo, que tiene características góticas. Además, en una zona de la iglesia se descubren parte de los azulejos árabes que poseyó la primitiva fortaleza musulmana.

La parte más llamativa de la Colegiata de Santa María la Mayor, es su irregular claustro, en el que se puede ver distintos capiteles labrados en piedra y representando diferentes escenas de la vida de Cristo. Todo ello siguiendo las características de la escultura románica.


Leyenda de Alquézar


Cuenta la Leyenda que el tirano rey moro Jalaf Ibn Rasid, durante su reinado en Alquézar, Huesca y el basto territorio del Somontano exigía someter a las doncellas vírgenes más hermosas de la zona para satisfacer sus más íntimos deseos.

Hasta que un día, una joven vecina del pueblo de Buera, tan valiente como hermosa decidió tomarse la venganza por su mano. A su señal, los cristianos atacarían la fortaleza castillo de Alquézar y así vencerían a los moros sin dificultad.

Todos intentaron persuadirla de que su idea era una locura, pero la valiente y hermosa joven al caer la noche se vistió con sus telas más sutiles. se recogió el pelo con una peineta bien afilada y se fue al castillo para ofrecerse al Rey moro.

Una vez presentada, el rey Jalaf Ibn Rasid embriagado por el vino de la cena, sucumbió ante la belleza de la hermosa joven.

Después de poseerla y gracias al vino ingerido, el rey se quedo dormido. En ese instante la joven aprovechó para clavarle una afilada peineta en el corazón. Con la espada del Rey le corto la cabeza que mostró por una de las ventanas del torreón. En ese momentoatacaron  los cristianos por sorpresa y vencieron fácilmente al ejercito moro.

Dicen que las almas de los soldados vencidos vagan por los barrancos de Alquézar y que algunas noches se pueden escuchar sus gritos de agonía.


























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