Conocido en su idioma original como Pražský hrad, este castillo está considerado la mayor fortaleza en su estilo del mundo, y es el mejor testigo del pasado histórico de la ciudad como centro administrativo, cultural y religioso de la región de Bohemia.
El Castillo de Praga fue fundado por el príncipe Bořivoj en el siglo IX; tras esta primitiva construcción de madera llegó otra de piedra gracias al monarca Soběslav I, que se convertiría en siglos posteriores en residencia de los reyes de Bohemia y a cuyo alrededor se fue levantando lo que se conocería como Hradcany o barrio del castillo, pues en torno a sus murallas fueron adosándose las humildes viviendas de los sirvientes y trabajadores de la corte, así como las de los artesanos que trabajaban al servicio de la familia real.
Este pequeño núcleo formado alrededor del castillo sería el germen de la ciudad de Praga, cuya historia comienza con él. Su situación no es casual, pues al estar junto al río Moldava gozaba de una posición estratégica a nivel defensivo y de abastecimiento.
Con el paso del tiempo, las grandes familias aristocráticas de la zona también trasladaron su residencia a los alrededores del castillo, por lo que hoy podemos apreciar en torno a él suntuosos palacios y casas señoriales.
Las medidas del antiguo palacio real son impresionantes: 130 metros de ancho por 570 de largo.
En su interior se custodian las joyas de la Corona de Bohemia.
El Castillo de Praga es actualmente la residencia oficial del Presidente de la República Checa: cuando la bandea ondea es que el presidente se encuentra allí.
En 1962, el castillo fue declarado Monumento Nacional y está considerado Patrimonio de la Humanidad.
Durante la Segunda Guerra Mundial ejerció como cuartel central de los nazis en Praga.
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