Durante unos días he estado recorriendo la zona del Loire.
Tenía ganas de sumergirme en la historia y las piedras de los Castillos que
tanta fama llevan. De siempre me ha gustado la arquitectura, y contemplar esas
construcciones me ha producido unas sensaciones imposibles de describir.
Un poco de historia:
El Loira no sólo es el río más largo de Francia ni mucho
menos. La importancia del Loira está, sobre todo, en que sus aguas son el
reflejo de una época histórica sin la cual no se comprendería el país que es
actualmente.
Siempre hubo fortalezas y castillos en el Valle del Loira,
sobre todo en los alrededores de ciudades como Orleans, Blois o Tours. Durante
mucho tiempo La Loire fue una especie de frontera natural en época de guerras
tanto internas como con España, cuando aún los Pirineos no constituían el
concepto de barrera entre naciones. Incluso muchas de las grandes batallas de
la Guerra de los cien años entre franceses e ingleses tuvieron lugar aquí bien
entrado el Siglo XV.
Entonces se entiende la construcción de baluartes
defensivos, castillos, murallas y torreones con los que defender el territorio.
Cuando la paz llega las fronteras más conflictivas se alejan
a cientos de kilómetros. La mayor parte de estos castillos dejan de tener una
razón de ser derivada del combate y pasan a manos de miembros de la realeza y
la aristocracia francesa pasan a ser puras muestras de opulencia de la corte.
Se embellecen las estancias, se decoran los torreones con el Renacimiento
italiano como espejo en el que mirar. De fortín a inmensa mansión, de murallas
a suntuosos jardines, de barbacanas a salas de música y habitaciones repletas
de cuadros. De un establo a un invernadero en el que plantar flores y naranjos…
El concepto originario no sólo cambia sino que se desvanece por completo.
La fuerza ya no se mide en armamento sino en el lujo y en
los grandes faustos, en la elegancia desmedida y en una cultura convertida en
Arte.
Al Valle del Loira empiezan a llegar artistas italianos que
ponen todo su empeño artístico en satisfacer las demandas de los dueños de la
cultura. De hecho el propio Leonardo Da Vinci pasa sus últimos años en una
mansión de Amboise (Clos Lucé) invitado por el Rey Francisco I (acérrimo rival
de Carlos I de España y V de Alemania). El mecenazgo tiene su peso en oro y eso
se observa en ese gran número de castillos perfectamente embelesados en el que
es el corazón de Francia.
Hoy han pasado a ser Patrimonio de la Humanidad y esta zona
se ha convertido en una de las regiones más interesantes y monumentales de
Francia.
F R F: Francisco Rey de Francia
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