El Colegio de las Teresianas, fundado por san Enric d’Ossó y Cervelló en 1904, está a caballo entre el modernismo y el historicismo. La obra se atribuye al arquitecto Bernardí Martorell, que también fue proyectista del edificio de las Teresianas de Tarragona.
Es sabido que Martorell y Enric d’Ossó eran amigos personales de Gaudí y se piensa que el propio Gaudí pudo colaborar en el diseño de los planos de Vinebre, un proyecto que tiene muchas cosas en común (como el contraste entre la masonería y el ladrillo de los marcos de las ventanas y en la base prismática de la nave), con el Colegio Teresiano de Barcelona construido por Gaudí en 1889.
El templo es de planta rectangular, consta de planta baja y dos pisos y unifica la capilla de Santa Teresa y las aulas de enseñanza. Destaca la fachada, presidida por un relieve con la imagen de Jesús que acoge entre sus brazos a un grupo de niños, que fue colocado en octubre de 1987, con motivo del centenario de la fundación del colegio.
También hay que remarcar los ventanales interiores del patio, cuyas rejas forjadas son copia idéntica de las del convento de Ganduxer de Barcelona, realizado por Gaudí.
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