viernes, 23 de octubre de 2020

El osito



Aquella noche estabas con fiebre. No recuerdo si tenias 2 o 3 años.

Te llevé a la cama y una vez acostada me pediste que te leyera un cuento, pero en vez de leer uno de los tuyos preferí inventarlo.

-Escoge el protagonista- te dije

-Mi osito- respondiste

Era un osito rosa que casi siempre te acompañaba, miré alrededor y vi la ventana de tu habitación. Se va a llamar “El osito y la ventana” te dije.

Ese fue el primero de las docenas que noche tras noche inventé para ti.

Estas semanas me he acordado de ti muchas veces porque hemos estado trabajando en la biblioteca, ya sabes que ella es una de mis pasiones, con cuentos y teléfonos. Y tú siempre has estado a mi lado en esos momentos.

Hoy eres una maravillosa persona de 30 años que tiene la suerte de desarrollar su trabajo entre sus dos pasiones: el arte y la defensa de los animales. Y claro ahora ya no necesitas que tu padre te invente un cuento, a ti mi maravillosa florecilla sueca.


“El osito y la ventana”

Había una vez un osito rosa que vivía con una niña que se llamaba Coral. Ese osito era muy especial para la niña y porque por la noche cuando la luz se apagaba despertaba y aunque no podía moverse, sentía, oía y veía.

Coral tenía la cama cerca de la ventana por lo que el osito pasaba muchas de sus noches mirando por ella y pensando lo que haría si podía salir de aquella habitación.

Por la mañana al hacerse de día era solo un peluche que quedaba encima de la cama hasta que Coral lo cogía para jugar con el.

Así pasaron muchos días y muchas noches hasta que una noche de martes apareció por la ventana un duende y vio al osito, enseguida comprendió lo que pensaba y le dijo:

¿Todos tus días y todas tus noches son iguales verdad?

Sí- le respondió el osito

Pues yo lo remediare- le dijo el duende

Siiiii- respondió.

Dicho y hecho, el duende le concedió la vida y le dijo -ven, acompáñame-

El osito fue con él, pero al llegar a la ventana se volvió y vio a Coral en su cama dormida.

-espera- le dijo al duende y se quedó pensando

Si me voy no volveré a ver a mi niña- le dijo

Si, pero así es mejor- respondió el duende.

Estuvo pensando unos minutos.

No, quiero quedarme con ella- dijo el osito

Pues todo volverá a ser como antes- dijo el duende levantando los brazo.

Durante unos segundos el silencio se apoderó de la habitación hasta que el osito le dijo al duende -vete- quiero quedarme aquí.


A partir de esa noche cuando el osito despertaba en vez de mirar por la ventana velaba los sueños de Coral…




martes, 20 de octubre de 2020

Un paseo por Osca

La historia de Osca/Huesca empezó con los íberos, quienes la denominaron Bolskan y en ella se acuñaba una moneda local de la que se han encontrado numerosos ejemplares. 

Los romanos conquistaron la ciudad, famosa por su ceca, y en ella Quinto Sertorio, general romano que estaba al frente de una confederación rebelde hispánica, constituyó un centro de estudios latinos para los hijos de los nobles hispanos. Esta escuela, llamada a veces Academia de la Latinidad, suele ser considerada como predecesora de la medieval Universidad Sertoriana. 

La ciudad fue municipio romano. Tras los visigodos, los árabes tomaron la ciudad, con lo que se convirtió en una de las ciudades más septentrionales de al-Ándalus. 

Tras la toma por los cristianos, la ciudad tuvo un estrecho vínculo con los reyes de Aragón.
























 

miércoles, 7 de octubre de 2020

Los colores de Loarre


A 1071 metros de altura y a sólo 30 km de Huesca se encuentra este majestuoso recinto fortificado considerado como el castillo románico mejor conservado de Europa. Levantado sobre un espolón rocoso lo forman diversas edificaciones, entre las que podemos ver las murallas y torreones, la fortaleza, la torre del homenaje o el mirador de la reina, además de otras dependencias de origen monástico, como la iglesia o la cripta.

Construido en el siglo XI resultó ser pieza clave para el rey Sancho III en la reconquista cristiana de esta Tierra a los musulmanes. Durante el periodo altomedieval el castillo de Loarre, junto con el próximo de Marcuello, ostentaban una importancia estratégica fundamental dentro del sistema defensivo aragonés, frente a la férrea posición musulmana de Bolea.

Os dejo con un fragmento de la presentación del libro “El Castillo” de Luis Zueco ambientado en la construcción de esta fortaleza.


Me atrevo a decir que no existe en todo el mundo otro castillo que nos permita transportarnos a la Edad Media de la manera que lo hace Loarre. Olviden las películas, la publicidad y todo lo que les hayan contado; nada de lujosos palacios, ni ingenuas princesas. Si quieren sumergirse en la verdadera época medieval y llegar a sentir lo mismo que aquellos hombres y mujeres del Medievo, no lo duden, viajen a Loarre.

En una recóndita sierra, poco poblada y en plena frontera con sus enemigos, un aguerrido monarca decidió levantar una fortaleza militar, pero no una cualquiera. No una más de esas fortificaciones que encaramadas en las montañas, dominando lo más profundo de los valles o enriscadas en auténticos nidos de águila, poblaban los paisajes de reinos y condados en la Edad Media.

Esta es la epopeya del más grandioso e imponente castillo que han visto mis ojos, una de las más impresionantes construcciones de su tiempo, sobre la que se gestó uno de los más importantes reinos medievales.

Una época oscura y peligrosa, donde una vida no valía nada, donde las religiones se enzarzaban en sangrientas guerras en nombre de sus respectivos dioses. La Edad Media puede ser el más evocador de los tiempos de la historia del hombre, pero no fueron unos siglos de prosperidad, ni de avances tecnológicos ni culturales. No fue esa época de caballeros y princesas que han grabado en nuestro imaginario colectivo las películas y la literatura. El Medievo es un tiempo de desigualdades, lucha y muerte. Donde unos hombres con escasos medios y menos conocimientos lograron desafiar las limitaciones que les imponían la ignorancia y el poder