lunes, 28 de octubre de 2019

Un fin de semana ideal...


Hay regalos únicos y maravillosos como el que recibió de sus hijos en su aniversario mi compañera de fatigas. Un fin de semana en una espectacular masía en los pre-pirineos.

Dado que este post quiero que sea objeto de envidias y suspiros os voy a dar más detalles….

La masía de la familia Albets, ubicada en el municipio de Lladurs (Solsonés, provincia de Lleida) es un tesoro patrimonial fechado del s.XI que ha pasado de padres a hijos durante siglos. Desde que los Albets se establecieron en el Solsonés, la casa ha visto pasar infinidades de vidas, Ramón Albets Joanxic, fue el último que vivió en ella pero eso es cosa del pasado.

Hoy se ha convertido en un restaurante hotel de cuatro estrellas con unas características muy especiales. Las principales el veganismo y la ecología que se han convertido en su seña de identidad.

Desde el consumo y tratamiento del agua, la electricidad, cien por cien generada por medios ecológicos hasta el estilo vegano de vida y de alimentación consiguen una comunión con la naturaleza especial, realmente es un ejemplo de autosuficiencia y sostenibilidad.

Los muebles, colchones, incluso las almohadas son de fabricación artesana y hechos con materiales 100% naturales, ecológicos y veganos, resumiendo, toda una experiencia.

Por cierto nuestros anfitriones, Megan y Joel inolvidables…

Y sin más, os dejo con su página web y unas fotos, como no, de nuestra estancia….

https://casaalbets.cat/es/





































miércoles, 23 de octubre de 2019

Descansa en paz...


Estábamos paseando por Goteburgo, recorríamos los alrededores de la urbanización donde reside mi hija. Unos minutos antes ella nos había asegurado alguna sorpresa en esta expedición y así se cumplió.

Bordeando un camino rodeado de hierba apareció una pared de piedra. Esta anunciaba una considerable antigüedad y unos metros más allá la sorpresa: una puerta metálica que nos invitaba a seguir un camino detrás de ella.

A veces abrir puertas nos juega malas pasadas pero esta vez fue lo contrario.

Cruzamos la puerta y seguimos en camino que tenia la hierba cortada. A unas decenas de metros apareció la sorpresa, un precioso cementerio se mostró ante nosotros.

La hierva que rodeaba las tumbas estaba cortada lo que daba una imagen de actualidad a ese camposanto. La pared que habíamos visto antes de entrar rodeaba aquel pequeño núcleo de tumbas. Una a una contemplamos las contemplamos, los nombres, los años e incluso el estilo y el estado.

Yo plasme fotográficamente esas imágenes verdes, estáticas y hermosas. Mi cabeza me repetía una y otra vez esos sentimientos encontrados que producen los cementerios. Ese profundo dolor, esa sensación de angustia y de impotencia cuando se produce el fallecimiento a un lado y esa imagen hermosa que nos produce el contemplar aquellos sitios.

Lo cierto es que allí se sentía una paz y tranquilidad increible, la paz que produce ver la naturaleza que nos integra a todos nosotros tarde o temprano porque al fin y al cabo somos parte de ella…

















domingo, 20 de octubre de 2019

Poblet...


Poblet es un monasterio de monjes cistercienses que siguen la Regla de san Benito, desde su fundación, en 1150. Suprimido por las leyes del Estado español en el año 1835, fue refundado en 1940 por monjes de la misma Orden llegados de Italia. Pertenece a la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón, de la cual forman parte también los monasterios femeninos de Santa María de Vallbona y de Santa María de Valldonzella, y el monasterio masculino de Santa María de Solius.

Los orígenes de este enclave se remontan al año 1149, cuando Ramón Berenguer IV se lo entregó a los monjes de una abadía francesa. No obstante, no fue hasta el siglo XIV cuando consiguió su máximo esplendor, albergando más de 140 religiosos y convirtiéndose en panteón real.

Uno de los momentos más delicados de su historia llegó cinco siglos después, con la desamortización de Mendizábal de 1835, época en la que fue abandonado. A partir de 1930, el Monasterio de Poblet comenzó su restauración, en la que cabe destacar la remodelación de su iglesia, fiel al arte cisterciense.

Diez años más tarde volvió a reunir a algunos monjes de la orden. Su encanto arquitectónico, especialmente de sus columnas y vidrieras, y la belleza de su entorno siguen llamando la atención de la actividad turística.

En su interior, alberga los sepulcros reales que se encuentran en el crucero del monasterio. Esta Capilla Real fue solicitada por Pedro IV en el siglo XIV y en ella están los féretros de Jaime I, Pedro IV el Ceremonioso junto a sus tres esposas, Fernando I de Antequera y su esposa Leonor, Alfonso II el Casto, Juan I acompañado de sus dos esposas, Juan II y su segunda mujer, Martín I el Humano y Alfonso V el Magnánimo.