Al atardecer del 25 de marzo de 1199, Ricardo caminaba por
el perímetro del castillo de Chalus-Chabrol sitiado por sus tropas sin su cota
de malla, investigando el progreso de las obras militares en los muros.
Ocasionalmente, se verificaban lanzamientos de flechas desde las murallas del
castillo, pero se les prestaba poca atención. Un defensor en particular
divertía mucho al rey: un hombre parado sobre la muralla, ballesta en mano,
sostenía con la otra una sartén que usaba como escudo contra los proyectiles. Apuntó
una flecha deliberadamente al rey, a lo cual éste aplaudió. Sin embargo, otra
flecha lo hirió en el hombro izquierdo cerca del cuello. Intentó sacarla dentro
de su tienda, pero no tuvo éxito. Un cirujano, al que Hoveden llamó un
carnicero, le extrajo la flecha, produciéndose posteriormente una gangrena,
complicación habitual en la época debida a la inexistencia de medidas de
asepsia y tratamientos antibióticos.
Ricardo hizo traer al ballestero ante él,
llamó a Pedro Basil, Juan Sabroz, Dudo y Bertrán de Gurdun alternativamente,
según los cronistas. El hombre resultó ser un niño, el cual alegó que el rey
había asesinado a su padre y dos de sus hermanos y que había disparado a
Ricardo en venganza. El niño esperaba ser asesinado. Ricardo, como último acto
de piedad, lo perdonó diciendo: «Continúa viviendo y por mi recompensa
contempla la luz del día», antes de ordenar que lo liberaran y despidieran con
100 chelines. Ricardo, entonces, puso sus asuntos en orden, legando todos sus
territorios a su hermano Juan y sus joyas a su sobrino Otón.
Ricardo murió el martes, 6 de abril de 1199, en brazos de su
madre. Más tarde se afirmaría que «Cuando el día terminaba, terminó su vida
terrenal». Su muerte fue referida como «el León [que] fue asesinado por la
Hormiga». Su último acto de caballerosidad fue infructuoso: tan pronto murió,
su mercenario más infame, el capitán Mercadier, tomó al niño que había
disparado la flecha fatal, lo despellejó vivo y luego lo colgó.
Las vísceras de Ricardo fueron enterradas en el lugar de su
muerte, su corazón en Ruan, Normandía, y el resto de su cuerpo fue sepultado a
los pies de su padre en la abadía de Fontevrault en Anjou. En su lecho de
muerte legó todas sus posesiones a su hermano Juan, dado que no tenía herederos
legítimos.
Tumba y espada de Ricardo Corazón de León en la Abadía de Fontevrault