miércoles, 2 de noviembre de 2016

Abrí los ojos y suspire.



Nunca jamás había respirando tanta quietud como en este momento. Cerré mis ojos otra vez y me concentré en mis oídos. Poco a poco descubrí el rumor del viento, la música de los pajarillos, el arrastrar de las hojas.

Un día más.

Déjame soñar con la quietud de este instante, de este momento, de esta mirada.

Te abracé y mi susurro se transformó en ira solo en un instante.
¿dónde estabas? ¿cuándo habías desaparecido?

Y fingí no conocer la respuesta.


Tu eras yo y yo era tu…












A menos de una hora de casa el otoño eclosiona con sus maravillosos colores y aromas. El Moncayo se prepara para acoger la nieve en su seno y añora los días de viento y frio a los que está acostumbrado.

Dentro de poco, nieblas y escarcha acompañaran las hojas caídas. Mientras tanto aprovechemos esta explosión de colores.


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