No me atreví a mirarte a los ojos. Mi mano cogía la tuya como un susurro, casi no la sentía.
Nuestras miradas huían hacia el río, recuerdo como el silencio abrasaba cualquier tipo de razón ¿Cómo habíamos llegado hasta aquí? Nuestras sonrisas eran una emoción que abrasaba cualquier cosa que no fuéramos nosotros, ignorábamos el viento y el frío, la lluvia o el sol, tu y yo.
El rumor del agua me reconforta, te miro, eres lo mejor que me ha pasado nunca y sin embargo soy incapaz de abrir mi boca, ojalá todo esto sea un mal sueño, uno más.
Te levantas, me miras y veo lágrimas en tus ojos, hasta siempre me dices.
Quieres sonreír, lo noto, te das la vuelta y te vas.
Incapaz de pronunciar nada, bloqueado por algo que no entiendo, veo como te alejas…
Han pasado varias semanas y estoy igual, vuelvo todos los días a esa escalera al lado del puente donde te vi marchar. Al llegar mi corazón zozobra una y otra vez cuando veo que no estas.
Esta mañana al mirar hacia donde te fuiste he visto pintado un corazón, un corazón partido en dos.
Jamás hubiera podido definir mejor como me siento, me falta una parte de mi, la que tu te llevaste aquel día y que jamás recuperaré…
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